miércoles, 24 de junio de 2009

No hay tiempo. Hay que cumplir los sueños. Hay que cumplir los sueños. Y la pregunta del millón es: ¿Qué hacemos con nuestros sueños? Nos olvidamos, ignoramos nuestros sueños como si lo que soñáramos lo soñara otro. Algunos sueños nos dan miedo, ¿por qué? Porque son deseos que vienen de un lugar muy profundo y desconocido casi oculto por nosotros. Y sin embargo, esos sueños hablan de nosotros mismos. Nada define mejor a una persona que aquello con lo que sueña. Y los sueños no tienen fecha de vencimiento. Uno sueña, sueña, sueña hasta que ese sueño se hace realidad. ¿Pero qué es sueño, mi amor? ¿Qué es realidad? Me preguntaba, ¿por qué llamamos sueños a nuestros deseos? ¿Por qué? Porque en los sueños todo es posible. Cuesta entenderlo, cuesta entenderlo, uno en los sueños puede hacer lo que desea. Hay que encontrarle la vuelta, siempre hay una manera. Estamos hechos de la misma tela que los sueños. Podemos, podemos hacer de nuestra realidad lo que soñamos.
La realidad y los sueños son la misma cosa, ¿entendés? Podemos cambiar, hacer y ser ¡lo que querramos! Y entender esto, mi amor, es tener medio partido ganado. La esperanza nos ayuda a que nuestros sueños se hagan realidad. Sueños de amor. Sueños de gloria. Pequeños y grandes sueños. Todo se puede alcanzar. Solo se trata de encontrarle la vuelta y recordar que la vida es un rato que tenemos para jugar. Un rato para cumplir nuestros sueños. Un rato, antes de que se termine el juego.

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