viernes, 5 de junio de 2009

Antonia tenía una vida tranquila. Antonia siempre se jactó de ser buena escuchando, de no interrumpir, pero la realidad era que no tenía nada interesante que contar. Interesante era una palabra que no existía en el diccionario de Antonia. Nunca le pasaban cosas que valiera la pena contar. Antonia quería escribir pero no sabía sobre que. Antonia solo escuchaba, aconsejaba y muy bien. A Antonia todos la buscaban para hablar. Antonia creía que sabia todo sobre la vida, el amor, el desamor, sobre que hacer y que no hacer en cualquier situación. Para Antonia todo era muy fácil y no entendía como la gente se ahogaba en un vaso de agua ante situaciones tan tontas, de las que creía saber todo pero que desconocía totalmente. Antonia conocía a la perfección la teoría pero desaprobaba la práctica. Antonia era feliz a su manera. Antonia tenia una vida... hasta que Rogelio se cruzo en su camino. Rogelio no era el primer hombre en su vida, pero ninguno la había marcado tanto, la había desconcertado tanto. Ahora todo era incertidumbre en la vida de Antonia. Ahora Antonia interrumpe, habla sin parar, necesita consejos. Antonia siempre tiene algo para contar. Rogelio siempre hace algo de lo que Antonia no puede dejar de hablar. Antonia escribe sin parar. Cuando llego Rogelio, parece que Antonia se olvido todo lo que sabia, todo le empezó a resultar difícil, imposible. Antonia se ahoga en un vaso de agua ante cualquier estupidez. Antonia ahora es vulnerable, sensible. Parece que le borraron de la memoria toda la teoría y sigue desaprobando la práctica. Pero todo esto no impide que Antonia siga siendo feliz... a su manera.

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