viernes, 25 de septiembre de 2009

¿Cómo reconocemos a un Don Juan?

Nunca antes, sólo después. Don Juan es un tipo de hombre que toma a la mujer como una presa de caza. Hay tres elementos que lo caracterizan: la seducción, el engaño, la huida. La culpa subyace a su conducta. Don Juan tiene una compulsión a seducir. Como todo adicto, es esclavo de la cantidad. Pocas mujeres no hacen a un Don Juan. Don Juan es desafío, es burla y desprecio a la mujer que una vez conseguida es abandonada. Don Juan huye de la mujer conquistada, como el asesino de la escena del crimen.
Don Juan huye siempre de ellas. ¿Por qué?
Porque Don Juan es histérico: padece una histeria, y la histeria en el hombre se viste de donjuanismo.
El cuadro no difiere del de la histeria femenina, en cuanto a la incapacidad de establecer una relación de amor que integre y supere el odio y la agresividad propia de relaciones más infantiles. La histérica no se conforma con nadie. Don Juan tampoco.
¿A quien busca Don Juan corriendo de mujer en mujer? A un gran amor perdido: su madre.


Se dice que Don Juan vive en el instante, que es un adolescente; narcisista, centrado en sí mismo. Se llega a sospechar de su homosexualidad latente. No ve al otro como tal. Don Juan ignora a cada mujer, ve sólo a La Mujer. Don Juan sabe seducir, sabe decir y ése es su don, su talento. Se lo considera un artista. Puede decir lo que cada una desea escuchar y, si le cabe alguna duda de lograrlo por sus medios, se disfraza de otro, finge, miente. Don Juan es impostura. Y esto es lo que despierta el odio femenino: la sensación de haber sido estafada.

La imposibilidad de enamorarse, de casarse, tener una familia e hijos, congela a Juan en un eterno presente, una eterna juventud. Se ha visto a Don Juan como un terrorista del amor y de la familia. Sin embargo, hay en él una fantasía de redención en el amor. Es el engarce que opera efectivamente en la fantasía amorosa de la mujer, la clave de su señuelo.
Ella desea ser la salvadora, la elegida.

Sin embargo Don Juan es héroe del romanticismo. ¿Qué alma femenina podría resistirse? Probemos su efecto escuchando, con el corazón, la pócima cautivante de su decir en la pluma de Zorrilla:
“Y estas palabras que están
filtrando insensiblemente
tu corazón, ya pendiente
de los labios de Don Juan,
y cuyas ideas van
inflamando en su interior
un fuego germinador
no encendido todavía,
¿no es verdad, estrella mía
que están respirando amor?”.



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