"Empezó a teclear carta tras carta sin darse cuenta del extraordinario sucedaneo de intimidad que el hilo cibernético iba creando. Porque el correo electrónico establece una comunicación inmaterial y limpia, instántanea, extracorpórea, es como lanzar al aire un pensamiento puro, sabiendo que alcanzará el cerebro del otro de inmediato. Es un espejismo telepático".
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