domingo, 27 de junio de 2010



Pelo hacia atrás, sonrisa retorcida, intentará abordarme por segunda vez, no se da cuenta que no me interesa que lo que diga o lo que haga lo conozco bien
Estoy aquí pensando en tu corazón sin domesticar, pensando en eso que tanto me gusta de ti y que nunca te digo, en cómo podrías quitarme los miedos con un beso en la nuca, pensando en tus torpes intentos de decirme que no.
Aquí pensando en que quiero ser el único invitado en la fiesta de tu boca, pensando en que aprobaremos las asignaturas pendientes que llevamos para Septiembre y a la vez pensando en no caer en el mal gusto de comprarte con promesas, pensando si será una buena idea. Y en que quizá deberíamos pensar mucho menos, ponerle un altavoz al corazón.
Y aquí sigo pensando en las imprudencias que quiero cometer cuando te veo, pensando que hoy rezaré para que tu conciencia se tome la noche de permiso, pensando en ese instante en que llegamos a la conclusión de que el sexo sin amor es un texto incompleto, en esos 3 minutos que pasaron sin que la culpa entrara en el coche, aquí recordando esa frase que decía que las oportunidades existen pero están disfrazadas de problemas.
Es sólo eso,
que estoy aquí
que es jueves por la noche
y yo
me acuerdo de ti.


Estoy cansado de bares, de besos sin nombre, de no ver al amor entre tanto amores. Cansado de amantes de temporada y caricias aceleradas. Hablo de esas noches que dejan el cadáver de la pasión al amanecer y el arrepentimiento del día siguiente cuando la vida no huele a Chanel sino a despojos y desencanto. Es así. Tú ya no serás tan bonita como anoche y quizá ni esperes que me despida con un te-llamaré. La belleza pasará de largo y no dejará huella el paso de su cuello por mi almohada. Ni una huella visible quedará de esas noches en que duermes acompañado pero solo, con alguien pero solo. Eso sábados dejarán como única herencia heridas invisibles. Y suele pasar que al día siguiente cuando ella ya no está te ves queriendo huir pero sin saber de qué y entonces lo entiendes: ningún viaje fugaz entre unas piernas puede darte eso que buscas. Si. Es entonces cuando realmente lo entiendes: el amor consiste en una cara donde quedarse a vivir.